Cuando Dragon Quest III, originalmente conocido como Dragon Warrior en occidente, se lanzó originalmente en Japón en 1988 y no cabe duda que las grandes filas (que inclusive llevaron a las personas a faltar al trabajo para comprar el juego) eran una señal de la importancia que adquirió la franquicia con el paso del tiempo. No solamente fungió como inspiración de Final Fantasy, si no que la reacción del público y el éxito de esta particular entrega inclusive provocaron que las futuras entregas solo fueran lanzadas en sábados para evitar dichos problemas de ausencia laboral.
Yuji Horii junto con Akira Toriyama cambiaron el panorama de los juegos de rol y posiblemente Dragon Quest III sea una de los títulos más importantes de la saga; siendo también uno de los primeros casos de precuelas en la historia de los videojuegos. 36 años después, Square Enix lanza la versión HD-2D de Dragon Quest III, siendo esta la primera en salir de la trilogía de Eldrick remasterizada; y en esta ocasión, gracias a Square Enix podremos decirte si vale la pena.
Hablemos de…
Dragon Quest III comienza con una serie de preguntas psicológicas para adaptar la personalidad del jugador al protagonista. Una vez concluído esto, los jugadores pueden personalizar su aspecto antes de salir de casa el día de su decimosexto cumpleaños para visitar al monarca local, el cual nos informará que tras la derrota de nuestro padre, un héroe legendario, debemos de derrotar a Baramos, un rey maligno que amenaza a todo el mundo.
Bajo esta premisa inicia Dragon Quest III, y es tras esta breve introducción donde notamos una de las primeras diferencias significativas, ya que se nos asigna la misión de reclutar varios miembros del grupo en el bar local, pero en esta ocasión el juego nos pregunta si queremos ver nuestro objetivo en el mapa, usando este tipo de señalización más moderna y haciendo el juego más accesible.
Una de las peculiaridades de Dragon Quest III es que el mundo sigue el modelo de la Tierra, y muchas de las culturas y países antiguos más destacados aparecen representados de una forma u otra, lo cual brinda un toque extra de familiaridad al explorar el vasto mapa, aún cuando nunca hayas jugado este título.
En cuanto a la historia, se podría considerar un cliché de los JRPG, sin grandes giros, pero que sirve el cometido de iniciar nuestra aventura. Si bien, esto no es Chrono Trigger ni Final Fantasy VI, la historia, aunque básica, cumple con lo suyo, y te tomará alrededor de 30 horas de juego completarla. Por desgracia, no existen New Game+ ni contenido adicional además de la nueva clase de personaje, pero sí podemos mencionar que han cambiado el tamaño del mapa, aumentándolo para dar esa sensación de un vasto mundo al explorar.
¿Cómo es el gameplay?
Como en anteriores entregas de Dragon Quest III, gran parte de la diversión de este título procede del sistema de clases. Aunque todos los jugadores empiezan como héroes, pueden reclutar hasta tres miembros más para que se unan a ellos en cualquier momento. Cada miembro puede personalizarse visualmente, desde el sexo hasta el peinado y el color del pelo. Conforme progresamos en el juego, tendremos la opción de cambiar de clase a un personaje, lo que le permite aprender nuevas habilidades de combate a cambio de un cambio brusco de nivel y estadísticas. Todas las clases de los juegos anteriores como luchador y mago están ahí, junto con la clase ladrón añadida en anteriores remakes, pero la novedad de esta versión es la clase Monster Wrangler.
A diferencia de otras clases que solo aprenden hechizos y habilidades al alcanzar determinados niveles, el Monster Wrangler aprende movimientos cada vez más poderosos en función de lo bien que los jugadores hayan interactuado con otra mecánica nueva en este remake; repartidos por todo el territorio, el jugador deberá de encontrar 100 monstruos y enviarlos a un criador de monstruos llamado Monty. Monty vigila la colección del jugador y le permite luchar en las Arenas de Monstruos de todo el mundo. Mientras más monstruos se hagan amigos, más poderosas serán las habilidades que aprendan los Monster Wranglers, lo que convierte a esta nueva clase en una potencia física que rivaliza con la mayoría de las demás en términos de daño bruto. Competir con esos monstruos en las Arenas de Monstruos y salir victorioso también conlleva grandes premios para el grupo.
Las mecánicas del juego se basan en un sistema de combate por turnos que en definitiva muestra su edad en comparación con los títulos más recientes de la línea principal de Dragon Quest. Aunque la posibilidad de aprender habilidades físicas y mágicas es un toque moderno, todas las acciones se introducen antes de un turno completo, lo cual puede resultar torpe, especialmente en las batallas finales del juego ya que esto complica mucho el planificar nuestras decisiones de manera oportuna. Si bien, el sistema de combate clásico funciona muy bien tal y como está, la serie cambió a un sistema más moderno, y en especial, si ya has jugado alguna entrega reciente si se notará un cambió algo drástico. Aunque la gran mayoría de los encuentros no requerirán tácticas más avanzadas, hay muchas batallas finales y posteriores al juego en las que un mayor control en el momento sería muy beneficioso.
Una adición a esta versión es la posibilidad de elegir si quieres dirigir manualmente las acciones de cada personaje o ponerlas en uno de los pocos conjuntos de instrucciones automáticas preestablecidas, como enfocar a los personajes al ataque o a la curación. Esto facilita mucho el juego para novatos que no estén familiarizados con el estilo, ya que dicha inteligencia cumple muy bien las órdenes que se le han instruido. Finalmente, hay que mencionar el odiado por muchos y amado por otros “grind”. Si bien, el juego está rediseñado para reducirlo, si puede llegar a ser necesario recurrir a caminar alrededor del mundo en búsqueda de encuentros aleatorios para subir de nivel, en especial si huimos del juego o nos restringimos a ir al siguiente punto de interés sin explorar demasiado.
¿Qué tal está el apartado gráfico y de audio?
Sin duda, lo mejor del remake es el nuevo aspecto HD-2D, que aunque lleva ya varios años siendo utilizado por Square Enix, desde Octopath Traveller, su aspecto que se asemeja a un diorama sigue siendo espectacular. El juego nos deslumbra con visuales increíbles, desde las bellas imágenes del amanecer sobre la curva del planeta mientras vuelas hasta las pirámides de Egipto y las cabañas de madera de la vieja América, la forma en que estos asombrosos gráficos capturan las estructuras emblemáticas es maravillosa. Los escenarios de las batallas. Bellos y llenos de detalle, siempre tienen algo dinámico, ya sean nubes flotando, una bandera ondeando al viento o agua fluyendo; siempre hay algo que llama la atención. Los modelos y las animaciones de los monstruos son igualmente magníficos, con un gran nivel de detalle, inclusive podemos ver los cambios en las armas equipadas, cosa que no se veía en el juego original.
El departamento de audio es algo que tiene fama en Dragon Quest. En esta ocasión, el remake cuenta con versiones maravillosamente orquestadas de los temas del juego clásico (Si eres fan del anime “Las aventuras de Fly” en su versión original, escucharás muchas melodías familiares). Para adaptarse a las distintas regiones del juego, el diálogo escrito se ajusta al dialecto local, y por primera vez se ha implementado la actuación de voz, lo que aporta un placer auditivo a los oídos de los jugadores durante las interacciones importantes. Es importante mencionar que esta opción solamente se encuentra disponible en japonés o inglés. Finalmente, los efectos de sonido remasterizan los utilizados en el juego clásico sin perder la esencia; la mejor manera de describirlo sería compararlo con lo que hicieron con los gráficos, es un sonido de 8 bits pero en HD.
Por desgracia, la versión de Nintendo Switch cuenta con algunos problemas de rendimiento. Aunque afortunadamente no encontramos bugs ni ningún tipo de error que nos ocasionará problemas serios con el juego, si existen caídas de cuadros por segundo notables, particularmente en algunos pueblos y ciudades; además de verse un poco borroso en el modo portátil.
¿Vale la pena Dragon Quest III HD-2D Remake?
Dragon Quest es posiblemente la franquicia que creó el modelo básico que los JRPG han seguido durante décadas, así que esa estructura básica sigue presente aquí en toda su forma. No cabe duda que Dragon Quest III HD-2D Remake es la mejor versión de un título clave en esta franquicia de casi 40 años.
Las florituras visuales hacen que todo sea una aventura más satisfactoria en la que participar, con algo emocionante que experimentar a la vuelta de la esquina tanto para el recién llegado como para el veterano de la serie. Si estás familiarizado con los RPG, no te sorprenderá mucho la estructura de este juego, pero hay una buena razón por la que se ha repetido tanto.
Aunque esta entrega se mantiene bastante fiel al juego original, Square Enix realiza varias adiciones y cambios en la calidad de vida para adecuarlo más a los estándares actuales de la serie. Sin embargo, a pesar de las diversas actualizaciones, no se puede evitar el hecho de que este remake está construido sobre los restos de un juego de Famicom de finales de los ochenta.
Es un JRPG en el sentido más puro, y esto por desgracia puede provocar que parezca bastante simplista si se compara con otros RPG modernos o con sus descendientes modernos, como Dragon Quest XI, que a su vez puede ahuyentar a los fanáticos más aguerridos del género, en especial si gustas de mayor personalización, o skill trees o te molesta un poco el grind.
Si bien, el juego cuenta con algunas caídas de cuadros en el desempeño, esto es meramente una molestia, ya que al final de la aventura, quedarás completamente satisfecho y a la espera de los remakes de Dragon Quest I y II. Sin duda, si te gustan los JRPG o eres fan del trabajo de Akira Toriyama, Dragon Quest III HD-2D Remake es un juego que no te puedes perder.
Esta review fue realizada en Nintendo Switch. Esta copia de Dragon Quest III HD-2D Remake fue proporcionada por Square Enix. Puedes consultar los criterios de puntuación aquí.