El mundo del manga y anime es constantemente bombardeado con nuevas series, se podría decir que actualmente, para alguien que se considere otaku, es casi imposible consumir todo el contenido que se ofrece. Dentro la gran variedad de géneros de esta industria, aquellos pertenecientes al llamado Shōnen suelen ser de los más populares a nivel mundial, destacando series como Dragon Ball, Naruto, One Piece.
El más reciente éxito del género que tomó al mundo por sorpresa, tras 3 años de su debut en formato manga, el anime de Demon Slayer: Kimetsu no Yaiba sin duda ha causado una gran conmoción en la comunidad, convirtiéndose en un clásico instantáneo, gracias a su mezcla de folklor e historia japonesa, además personajes interesantes, con los que el espectador se puede fácilmente identificar, e inclusive a analizar la sutil complejidad que estos poseen.
Sinopsis de la historia
La historia se centra en los hermanos Tanjirō y Nezuko, miembros de la familia Kamado y únicos sobrevivientes al ataque del Oni Muzan Kibutsuji, el cual a su vez ocasiona que Nezuko sea convertida en un Oni. Si bien, la travesía de nuestro héroe Tanjirō inicialmente se asemeja mucho a lo denominado “el viaje del héroe” en cuanto a la narrativa, rápidamente somos testigos de quizás el elemento más importante de la historia: la motivación de Tanjirō no solo se centra en vencer a algún mal de inmenso poder o en convertirse en el número uno del mundo para probarse a sí mismo, sino en la salvación de su hermana, quien a pesar de ser transformada no perdió su humanidad gracias al vínculo fraternal que existe entre ellos.
Es este enfoque un poco distinto uno de los puntos a los que podemos atribuir el éxito del título, ya que esto permite que la audiencia se identifique más fácilmente que con un personaje que solamente quiere ser el más fuerte del universo; el crear un personaje que sobre todas las cosas quiera el bienestar de un ser querido es algo poco visto en el género.
Además, al introducir nuevos personajes que acompañarán a nuestro héroe en su viaje, como Zenitsu e Inosuke, que cuentan con un trasfondo interesante y en muchas ocasiones con algunas notas trágicas dentro de los mismos, en el transcurso de los varios arcos de la temporada seremos testigos de cómo las relaciones que se forman entre ellos y la manera de enfrentar las adversidades son los factores que determinan el crecimiento de cada personaje.
Esta temática se extiende de una manera muy especial a los antagonistas de la serie, los Oni, los cuales es importante remarcar que son entidades distintas a los demonios, a pesar de que parte del título del anime los identifique como tal. Los Oni en Demon Slayer son criaturas humanoides, que se alimentan de carne humana, con pigmentaciones en la piel que pueden ser verde, roja o inclusive gris, que suelen contar con al menos un cuerno, siendo ellos una parte muy importante de la mitología japonesa ya que han existido por más de 1,000 años.
Posiblemente la característica con más peso de estas criaturas que está presente en el anime es el hecho de que tradicionalmente, los Oni, en la mayoría de los casos, fueron alguna vez humanos, que al entregarse a sus emociones más viles y negativas fueron despojados de su propia humanidad, convirtiéndolos en criaturas malignas. Sin embargo, en algunas ocasiones, esta transformación ocurría cuando la persona era víctima de algún evento funesto, y su misma incapacidad para enfrentar la situación o falta de apoyo por parte de las personas que las rodean los orilló a reaccionar de una forma negativa, muchas veces violenta, ocasionando un conflicto interno que culmina con la pérdida de la identidad propia y con la transformación en lo que la sociedad y ellos mismos perciben como un monstruo.
A lo largo de la serie conocemos que, tras algunos de los Oni antagonistas, existen este tipo de historias, y es gracias a la compasión de Tanjirō y su capacidad de ver más allá de las simples apariencias, que estos pueden recuperar un poco de esta humanidad perdida, creando personajes con los cuales los espectadores pueden empatizar. El aspecto de la dualidad de la naturaleza humana que observamos en los Oni se intensifica en el personaje de Nezuko, ya que, a pesar de haber sido transformada, la negación de sucumbir ante las emociones negativas y el vínculo con su hermano, ocasionan que aun cuando posee las características físicas de los Oni, en esencia, ella siga siendo humana.
Gracias a esto, Kimetsu no Yaiba nos deja con un mensaje que tal vez no es tan perceptible a primera impresión: la idea de que la naturaleza humana es capaz de grandes hazañas y atrocidades por igual, y que son los lazos con nuestros seres queridos la fuente de nuestras fortalezas y debilidades al mismo tiempo, muchas veces, aunque no sea justificable, las malas acciones provienen de un gran dolor que distorsiona nuestra propia identidad, volviéndonos monstruos irreconocibles para la sociedad y para nosotros mismos, y gracias a personas dispuestas a ver más allá de eso es que es posible recuperar un poco de esta humanidad perdida, aunque siempre el perdón más difícil de obtener es el de uno mismo.
Producción Audiovisual
En cuanto a los aspectos visuales y de producción, Demon Slayer: Kimetsu no Yaiba es sin duda alguna una de las mejores series que hemos visto en los años recientes. La calidad de la animación es impecable, logrando que aun personajes sin diálogos como Nezuko cuenten con una personalidad bien definida, utilizando como recurso el enfocarse en sus expresiones y manerismos. Además, el diseño de los personajes, tanto Onis como humanos, está lleno de detalles que los vuelven idóneos para todos los cosplayers. De la misma manera, la música y los efectos de audio cautivarán al espectador desde la canción de introducción Gurenge a manos de la artista japonesa LiSA, complementadas por las pistas instrumentales que escucharemos en el transcurso de la temporada, las cuales enfatizan los momentos más dramáticos del anime. Las actuaciones de voz son de excelente calidad, con interpretaciones que sin duda se adaptan a cada uno de los personajes.
Conclusiones
Demon Slayer: Kimetsu no Yaiba es un anime más complejo del que aparenta, sin embargo, gracias al uso de temáticas universales fácilmente entendibles, muchas veces inclusive a un nivel inconsciente, con una mezcla de momentos cómicos y tiernos que no afecta de ninguna manera la seriedad de la historia, con un reparto de personajes en donde cada uno es digno de un análisis a fondo, y a excelentes valores de producción en cuanto a animación, actuación y sonido, se volvió uno de los títulos más importantes del anime a nivel mundial.
No todo es perfecto, ya que, conforme progresa la temporada podemos encontrar algunos capítulos, que, si bien no pueden entrar la categoría de filler o capítulo de relleno, puede alentar el ritmo de la historia, en especial en los capítulos enfocados a demonios menores que pueden extenderse un poco. Al final de la serie se introducen nuevos personajes que, a pesar de ser interesantes, son poco explorados, aunque esto es más un problema de la duración de temporada, y sabemos que sin duda se extenderá más en las siguientes.
A lo largo de los primeros 26 capítulos podremos ser parte del viaje de Tanjirō, Nezuko, Zenitsu e Inosuke para derrotar a Muzan y sus demonios de élite los doce Kizukis, y es gracias a todas estas experiencias que el anime nos muestra que muchos de los espectadores podrán sentir un vínculo e identificarse con las motivaciones de los personajes.
Demon Slayer: Kimetsu no Yaiba es una recomendación para todos los interesados en una historia con una narrativa sólida, con excelentes valores de producción, y personajes memorables que sin duda pasarán a formar parte de la cultura popular en generaciones futuras.
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